Nuestro mundo nos exige sacar máximo provecho de nuestras agendas cada jornada. Con la economía digital y de videoconferencias que nos trajo la pandemia no es raro tener 3 o 4 citas agendadas de manera consecutiva. Y tampoco es raro que a partir de la segunda o tercera empecemos a demorarnos para entrar a los espacios conforme la cita previa se extiende de forma imprevista. Definitivamente dudo que sea la mejor manera de llevar una horario en beneficio tanto de nuestros clientes o colegas, como en el nuestro.
Por eso de forma creciente he entendido la importancia de las holguras entre cada cita. Al menos tener 15 o 30 minutos nos da el espacio necesario para procesar conclusiones y cambiar mentalmente nuestro enfoque al siguiente tema. También estos espacios de flexibilidad nos ayudan a mantener la continuidad de nuestra agenda cuando uno espacio se extiende más allá de lo necesario.
Estos espacios de flexibilidad personalmente los valoré más al movernos entre citas a lo largo de la ciudad. De esta forma evitaba causar la mala impresión de llegar tarde a un espacio donde sería recibido. Personalmente siempre he pensado que es mejor esperar que hacer esperar a otros. Y si a lo mejor nos preguntamos por otros fines productivos de estos espacios pensemos en el enfoque periodístico que recomendaba Cal Newport en su libro Deep Work. El tener unos minutos de margen ya habiendo preparado siguiente cita puede ser un tiempo clave para una llamada importante con atención plena; o un momento para renovar energía.
Tengamos en mente el valor de estos espacios para que podamos operar mejor en nuestras agendas y tomemos mejores decisiones gracias a esos márgenes de tiempo.
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