Epicteto decía que somos actores en un drama que ha sido planteado por un autor. No sabemos si nuestro papel será largo o corto. Pero el filósofo estoico nos invita a abrazar la calidad y el compromiso con el rol que recibamos. Dice en su Manual de Vida (Enquiridion): "Si debes representar a un mendigo o a un príncipe, represéntalo bien". Lo que nos incumbe es representar bien el papel que nos encargan, recordándonos la regla básica del estoicismo de enfocarnos en aquello que está en nuestro control.
Estas palabras también nos recuerdan el principio de Amor Fati (amar nuestro destino) ya que de esa forma seremos más adaptables y veremos en todo la oportunidad de sacar provecho en vez de calificar los eventos como calamidades.
Muchos años después, Madeleine Albright, quien fuera secretaria de estado en el gobierno de Estados Unidos diría: "Cualquier trabajo que se te haya asignado a cualquier nivel, merece que lo hagas de la mejor forma, pues tu reputación forma tu perfil profesional". Desconozco si la Sra. Albright conoció la obra de Epicteto pero me sorprende gratamente la conexión de ambas citas a lo largo de la historia.
El trabajo bien hecho se nota. El trabajo que va más allá de lo que se pide se nota, y se reconoce con más oportunidades de crecimiento. Cada trabajo hecho al máximo de nuestras capacidades y siempre dando un poco más habla de nuestros valores. Y nuestros valores en acción son la firma de nuestro liderazgo. Si queremos que ese liderazgo genere mensajes positivos como marca personal, debemos seguir la regla de estos dos personajes: Representar bien nuestro rol, para así dejar una marca positiva indeleble en nuestro camino.
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Imagen de Michal Navrat en Pixabay
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