Hoy releía algunas páginas de Only the paranoid survive, un gran libro de gerencia y liderazgo escrito por Andy Grove, legendario CEO de Intel. Con el tiempo me he acostumbrado a tomar notas directamente en el libro y a ponerles fecha. De esta forma, al revisitar la obra puedo saber los pensamientos que me acompañaban y como analizaba el contenido del libro.
Precisamente antes de la introducción puse algunas notas en un espacio disponible. Andy Grove, al igual que grandes CEOs en diferentes industrias han generado más impacto al dirigir en entornos turbulentos. Y al mismo tiempo, con ese manejo de presiones de diferentes orígenes y la presión de crear el futuro de la compañía, cada CEO en esas circunstancias creció.
En ese sentido, creo que enfrentar grandes cambios de manera frecuente debe verse como una bendición. Y en cambio, el acostumbrarse a la estabilidad debe verse como algo indeseable. La estabilidad nos vuelve complacientes con nuestro desempeño. Si no nos exigimos, nuestro cuerpo y nuestra mente buscarán siempre la inercia que les de mayor comodidad. Y lo mismo pasa con los equipos de trabajo. Escuché hace tiempo en un resumen de libro una verdad cierta por la física más elemental: Es más fácil mantener un cuerpo en movimiento que lograr que cambie desde su estado de reposo. Esto significa que será más fácil cualquier práctica, sea escribir, ir al gimnasio o trabajar en mi desarrollo si lo hago sin fallar cada día, así sea con una duración variable.
La estabilidad además de crearnos una inercia que detiene nuestro progreso, también inhibe nuestro sentido de alerta. En medio de múltiples cambios, buscamos agudizar nuestros sentidos. El sentido de urgencia nos mueve de forma más decisiva. Cuando nos sentimos cómodos, caemos en percibir que requerimos menos esfuerzo. Y el cuerpo y la mente pueden atrofiarse al acostumbrarse a menos autodisciplina.
Y por último valdría la pena valorar que la estabilidad que uno refleja, será la misma que recibirá de su equipo de trabajo. Si queremos un equipo dinámico, tenemos que crear situaciones de dinámica desde nuestro liderazgo. La estabilidad o el logro de una meta hay que disfrutarlos solamente un momento. Después, hay que volver a la pregunta de la filosofía china: ¿Cuál es mi próxima montaña a conquistar?
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