En los momentos de crisis tenemos dos opciones.
Podemos dejarnos llevar por las emociones.
Así, nos perderemos en el desahogo de nuestro ego y en el calor del momento.
Dejaremos marcas en los demás y nos cerraremos puertas.
Dañaremos nuestra reputación por la forma en la que reaccionamos, aunque nos asistiera la razón para haberlo hecho.
Desgastaremos nuestra energía y nuestra salud al permitir que el enojo nos secuestre llevándonos a decir y hacer cosas que con cabeza fría no dejaríamos pasar.
Y además, habremos perdido la oportunidad de alcanzar nuestros objetivos.
La otra opción es mantener nuestro autogobierno.
Es la opción más difícil pues implica no renunciar a nuestra consciencia.
Implica tener al frente siempre nuestro objetivo para decir y hacer aquello que sirva a nuestro propósito, aunque eso no sea lo que más satisfaga a nuestro ego.
Podemos usar palabras respetuosas pero firmes para exigir con ética y acercarnos a la solución.
Podemos demostrar que a pesar de un agravio, siempre buscamos construir y cuidar las relaciones que tenemos.
Podemos enseñar a otros que tomamos el camino más largo y el más complejo. Pero ese camino cuida nuestra reputación; cuida nuestra capacidad de conectar con los demás.
Ese camino demuestra que estamos dispuestos a siempre buscar soluciones que satisfagan los intereses de todos.
Demostramos que estamos dispuestos a ser la combinación óptima de razón y emoción para lograr un camino mejor.
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Imagen de Luisella Planeta LOVE PEACE 💛💙 en Pixabay
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