Siempre estamos eligiendo.
Debemos ser conscientes del peso y las implicaciones de esa palabra.
El como usemos esta palabra invariablemente marcará nuestra vida y la de quienes nos rodean.
Elegimos nuestra identidad y eso condiciona nuestra autoimagen y diálogo interno.
Elegimos la disciplina por sobre la comodidad y eso determina la consolidación de nuestros hábitos.
Elegimos la perspectiva con la que vemos los eventos para asumirnos protagonistas o víctimas en ellos.
Elegimos el valor sobre el temor de relacionarnos con otras personas porque sabemos que sin conexiones el potencial de nuestro logro se disminuye.
Elegimos cuidarnos de manera integral para maximizar nuestro impacto e influencia o ir en piloto automático con nuestra salud para asumir el costo de la enfermedad y el deterioro acelerado.
Elegimos cultivar nuestro conocimiento, capacidad y carácter de forma intencional y dedicada, aunque eso nos implique dejar placeres de corto plazo de lado; porque pensamos en el yo del futuro que estamos diseñando paso a paso.
Elegimos servir más allá de nuestra capacidad y responsabilidad porque creemos en generar experiencias memorables; Así creamos una mejor sociedad que multiplique energía y buena voluntad.
Elegimos estar siempre en movimiento contra aceptar sin discusión la realidad, pues sabemos que tenemos el poder de diseñar futuros y debemos usarlo conscientemente.
Cada día debemos preguntarnos ¿Qué elegimos hoy para mejorarnos? ¿Cómo elegimos ser para representar nuestros valores y todo nuestro potencial? ¿Qué elegimos dejar o demorar para concentrarnos en lo que más agregue valor a los demás y a mí?
Elegir tener un curso claro y evaluar el éxito de nuestras decisiones cada día es el camino claro para aprovechar mejor cada momento de nuestro viaje.
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Imagen de Pete Linforth en Pixabay
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