Estoy leyendo de Álvaro González Alorda el libro Cabeza, corazón y manos. Conocí a Álvaro en espacios de conferencias hace varios años en el Tec de Monterrey. Sus conceptos sobre liderazgo y gestión de equipos me parecieron muy relevantes para generar una cultura organizacional de clase mundial. A partir del título de su libro, y aunque no lo he terminado todavía, me surgió una asociación natural. Creo que todo buen liderazgo es multidimensional y debe trabajarse de forma equilibrada. En un post anterior (https://bit.ly/MiguelBlog3CsCrecer) hablaba de 3 conceptos que deben ser parte de nuestra agenda diaria de desarrollo. Ahora puedo ligarlos con este autor y profundizar un poco más sobre el desarrollo de cada uno:
Conocimiento: Aquí se asocia directamente con la cabeza; con nuestra capacidad de entender la realidad. Siguiendo al autor, creo que algunos de los conceptos clave que debemos dominar en lo profesional y en lo personal tienen que ver con conversaciones. Necesitamos conversar mejor en lo individual, en lo comunitario y por medios digitales. La conversación es nuestra herramienta de construcción masiva para generar alineamiento y para posicionar nuestras ideas. Incluso, recuerdo que el autor tiene un libro llamado El Talking Manager, que ampliamente lo recomiendo para avanzar en este tema.
Carácter: Creo que la asociación directa de este concepto es con el corazón y lo que implica, valores, motivaciones y creencias. ¿Cómo fortalecer este elemento? Para mí, lo primero es generar espacios de autoconocimiento. Tanto los tests de los expertos de talento como el ejercicio de escribir para evaluarnos nos puede dar una valiosa claridad. Buscar activamente la retroalimentación de los demás y nos permite vernos desde diferentes ángulos para entendernos mejor. A partir de estas perspectivas, sin duda debemos estar ejercitando con nuestras decisiones la coherencia respecto a quienes somos y lo que creemos.
Capacidad: El tener los medios para el cómo hacer se puede asociar con la manos y las herramientas que utilizamos. El conocimiento aplicado se vuelve capacidad cuando nos sometemos a la realidad de la experiencia en campo. Y esta capacidad también requiere los hábitos para perfeccionar la práctica y ganar calidad en la ejecución. En este elemento y pensando en lo profesional, yo agregaría las siguientes áreas para desarrollarnos: Contexto, competencia y clientes. El tener herramientas para entender y conectar mejor con lo que rodea a nuestro negocio nos volverá más responsivos y más adaptables.
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