Una de las cosas que hay que evitar es la complacencia. Nuestro cuerpo y nuestra mente buscarán por preservación la comodidad pero eso a la larga nos debilita. La complacencia nos puede volver incompetentes porque dejamos de pulir nuestras habilidades y conocimientos. Eso detiene nuestro potencial de impacto a largo plazo.
La exigencia cumple la función que la temperatura y la presión hacen en el diamante: Lo moldean y lo fortalecen. Buscar la exigencia por nosotros mismos y estar abiertos a que nuestros líderes o colegas nos sumen retos para crecer es una marca de liderazgo. Abrazar la exigencia siempre expande nuestros límites pues nos mantiene despiertos y recursivos. Si queremos que la exigencia obre su magia sobre nosotros lo único que necesitamos es poner cada día voluntad y compromiso en cada acción.
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