Si queremos saber que tan efectivos somos como líderes; basta un ejercicio muy sencillo. Revisemos la frecuencia y la intensidad del apego a los valores que estamos pidiendo a nuestro equipo. El termómetro de nuestra efectividad se basa en nuestras acciones de cada jornada. Por lo que si queremos ser mejores ejemplos; podemos empezar con cambios simples, notorios y perdurables:
Seamos los ejemplos de puntualidad que deseamos; esperemos en lugar de hacer esperar a otros.
Seamos los ejemplos de transparencia; estemos siempre abiertos en la comunicación con nuestro equipo para recibir lo mismo de ellos.
Seamos los que alimentamos nuestra mente y alma con nuevos conocimientos, para así potenciar el autodesarrollo de los demás.
Seamos los que compartimos nuestros logros y nuestros aprendizajes para que otros alcancen mejores alturas.
Seamos los más concentrados en nuestro trabajo para promover la consciencia y una mayor productividad
Seamos los más serviciales para que nuestro equipo defina por medio de nosotros la cordialidad y disposición con nuestros clientes.
La primera auditoría a nuestra empresa debe hacerse a nuestras propias vidas. Buscar la coherencia en nuestras acciones es lo que nos permitirá ser, por medio del ejemplo, el referente para transformar nuestras realidades.
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