El concepto de posicionamiento de Jack Trout y Al Ries sigue más vigente que nunca. Este término que en su forma más sencilla quiere decir el lugar que ocupamos en la mente del consumidor hoy puede enriquecerse con algunas características. Para que ocupemos un lugar y que además este sea relevante; sin duda debemos asegurar que nuestra estrategia nos permita entregar productos o servicios con las siguientes características:
Ser la mejor solución por ser la mejor correspondencia entre lo que el cliente busca y nuestras características de funcionalidad y capacidades para satisfacer cada elemento de esa necesidad.
Ser la solución de mejor acceso para el cliente asegurando ser los más cercanos refiriéndome a la facilidad para compra. En este mundo de entregas a domicilio, eso sin duda significa ser los más rápidos en llegar al cliente por el canal que requiera y en el horario que le convenga más.
Ser la solución de mejor costo beneficio no solamente en el valor del producto. Debemos ser la solución de mejor costo en término de formas de pago para que el cliente tenga la máxima flexibilidad para completar su proceso de compra.
Ser la mejor solución por la experiencia que recibe el cliente en cada momento de verdad. Desde la primera impresión en la búsqueda, pasando por la comparación con otras ofertas y el soporte en caso de que algo no funcione bien, hoy las empresas debemos ser impecables y recursivos a cada paso.
¿Suena a mucho, tal vez a imposible? Sin duda hoy el cliente es más exigente que nunca pues es un cliente hiperinformado y además poco leal. Hay pocos mercados en los que un proveedor pueda declarar con 100% de certeza que tiene una distinción absoluta con sus competidores. Incluso los líderes no pueden confiarse de su mayor cobertura o su músculo financiero, ya que una sola pérdida de cliente puede ocasionar una deserción en cadena, magnificada por la ola reputacional que pueden extender las redes sociales.
Por eso, aunque el reto suene titánico, el posicionamiento debe ser parte de nuestro foco estratégico diario. Debemos entender y alinear esfuerzos para que los conceptos que queramos que definan nuestra promesa de valor, sean aquellos que el cliente nos conceda por asociación. Y todo esto debe traducirse en una relación que vaya de lo transaccional a lo memorable. Debe traducirse en una relación que genere confianza incluso para dar referencias positivas a futuros clientes. Solo así podremos saber que estamos avanzando en el rumbo deseado a lograr el mejor lugar en la mente del cliente.
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