Si necesitamos calma; la primera fuente para encontrarla siempre estará dentro de cada uno de nosotros. Hay algunas ideas que podemos poner en práctica para fomentar nuestra paz mental:
Lo primero puede ser tomar distancia respecto al problema. A veces el tomar una pausa de unos minutos para caminar puede abrir perspectivas cuando llevamos un tiempo enfrascados en encontrar una solución. Esto es muy importante ya que si nos aferramos a encontrar una solución cuando ya no estamos pensando con claridad, podemos llegar a la falta de autogobierno que nos perjudique por el secuestro de nuestras emociones ante la frustración por un problema.
De la mano con este paso; vale la pena simplemente detenernos a respirar. Uno de los alimentos clave de nuestro cerebro es el oxígeno. Aunque siempre estamos respirando, una serie de inhalaciones profundas pueden descongestionar un trabajo mental sumamente enfocado y demandante.
Un paso clave que me gusta practicar es desahogar mis ideas en un diario. El registrar preguntas, sentimientos y puntos de vista sobre un problema más allá de una discusión o un trabajo formal contribuye a liberar ancho de banda creativo para destrabar soluciones.
Un concepto muy valioso para tener serenidad es la consciencia de actuar siempre sobre lo que tenemos control. Recordemos que esta idea del estoicismo es válida en cualquier situación y al aplicarla nos sentiremos más empoderados y enfocados.
Otro punto que puede servirnos es reencuadrar el problema de acuerdo a nuestros objetivos y valores. Si vemos que nos estamos centrando en cosas que no sirven a nuestra misión, de esta forma podemos reencausarnos para llegar a los mejores caminos con una mente más clara y tranquila.
Busquemos atacar los retos siempre con una mente serena, pues así podremos llegar a mejores soluciones en menor tiempo y sobre todo proyectando un mejor liderazgo a quienes nos rodean.
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Imagen de Ralf Kunze en Pixabay
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