En diciembre de 2022, escribía que tengo por costumbre una pausa consciente al inicio y al final del día para dos acciones: Sonreir y agradecer. Ya hemos comentado como estas sencillas acciones cambian nuestra perspectiva y nuestra energía vital. Por si fuera poco, nos permiten influir de manera directa en quienes nos rodean al ser percibidos como personas positivas e inspiradoras.
Sonreir nos debe acompañar no solamente en el inicio y final del día. El tener la capacidad de ver las cosas más allá de la seriedad nos hará más flexibles y tolerantes ante los retos. El tener capacidad de sonreir también nos permitirá ver posibilidades donde otros vean solamente limitaciones. Y si contagiamos el poder de este verbo a nuestro equipo, estaremos generando un mejor ambiente de trabajo. El sonreir también implica pensar en como una tarea o reto podría ser divertido. Este cambio de perspectiva es lo que propone el Dr. Ali Abdaal en uno de sus experimentos en el libro Feel Good Productivity.
Agradecer por otro lado, es un gran acto de consciencia. Partiendo de la lección estoica de memento mori (ser conscientes de nuestra mortalidad), la gratitud nos permite valorar y disfrutar con más atención cada momento. Agradecer por los detalles más mínimos nos permite decirle de una forma más integral a otra persona que es importante para nosotros. Y sin duda, agradecer incluso los momentos de prueba nos permite darnos cuenta que todo nos construye, sin excepción.
Por eso, hay que poner en práctica estos dos elementos como el mejor inicio y el mejor cierre de nuestros días.
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Imagen de swamiananda en Pixabay
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