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Lecciones y autores: Principios financieros (David Gómez)

  • Miguel Angel Cardona
  • hace 17 minutos
  • 2 Min. de lectura

Hace muchos años encontré a David Gómez como autor de negocios.

Su libro Bueno, Bonito y Carito me encantó con sus grandes ejemplos de diferenciación en el mundo corporativo. Años después, encontré su libro Negocios Inmortales. De esta obra quiero extraer una lección muy importante para cualquier negocio. ¿Cómo debemos ver y valorar de manera objetiva nuestros indicadores financieros?

 

En palabras de David en uno de los subtítulos de su obra, las ventas son vanidad, la utilidad es sanidad y el flujo de efectivo es la realidad. Me parece un aforismo que hay que recordar siempre para no dejarnos llevar por el encanto de los números sin entender sus implicaciones.

 

Las ventas nos hablan del ajuste de nuestra propuesta de valor con el mercado.

Sin duda, nos señalan que hay una demanda importante por la solución que tenemos.

Pero el volumen de ventas también puede verse influenciado de manera artificial.

En la aviación decíamos que un nuevo competidor "compra mercado" entrando con precios muy agresivos. Evidentemente, la sostenibilidad de esa iniciativa solo se puede dar a corto plazo.

 

Vender en grandes cantidades es positivo, si y solo si, se traduce en el segundo elemento del dicho: utilidades. Habrá ocaciones en los que de forma intencional se sacrifiquen algunos puntos de margen por dar a conocer el producto. Pero no se puede tener un negocio sin un remanente que nos permita reinvertir y generar reservas para el futuro.

 

Y el último elemento no es menos importante. Ni las ventas ni la utilidad nos permiten cumplir con nuestras obligaciones diarias a nivel contractual con proveedores o clientes. Necesitamos dinero disponible en la empresa y administrarlo de manera cuidadosa. Si no se tiene una política clara del manejo de caja, se podría comprometer la viabilidad del negocio. Recuerdo de la crisis de seguridad de septiembre de 2001 en la industria de aviación un caso clave: La aerolínea Swissair en octubre se quedó literalmente seca en su flujo de caja. No pudo hacer frente a sus obligaciones, particularmente el pago de combustible para sus aviones. Meses después la aerolínea dejaría de existir de forma definitiva.

 

Así que no olvidemos esta regla para una administración financiera responsable y sostenible que aplica en cualquier ámbito: Las ventas son vanidad, las utilidad es sanidad y el flujo de caja es realidad.

 

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