Quiero seguir con otra lección de Robin Sharma y su libro La riqueza que el dinero no puede comprar. El autor habla que nuestra perspectiva del mundo se determina a partir de la información a la que nos exponemos. Nuestro ambiente y nuestras relaciones más cercanas nos enseñarán las primeras versiones de lo que es aceptable o no. Es importante conforme crecemos que siempre estemos abiertos a cuestionarnos.
Ninguna experiencia de vida puede o debe ser un dogma, pues solo tenemos una parte de la realidad. Y podemos entender que si cambiamos los factores que colorean nuestra perspectiva, podemos enriquecerla e incluso reinventarla. El reto es ser conscientes de dichos elementos para gestionarlos de manera estratégica. Para facilitar el aprendizaje de dichos factores, Sharma propone el acrónimo PENAM:
Padres
Entorno
Nación
Asociaciones
Medios
Creo que esta lista nos debe hacer también selectivos sobre la información que ponemos en nuestra mente y en nuestros corazones. Nuestros padres al igual que nosotros son obras en progreso y nos transmiten su forma de entender la realidad, pero jamás será la única forma. Podemos elegir repetir su historia de vida en la nuestra o ampliar horizontes.
El entorno inmediato nos puede inspirar o deprimir. ¿Vemos contenidos constructivos? ¿Seguimos modelos de conducta que están dejando una huella positiva en el mundo? Podemos hacer una auditoría y elegir nuestra dieta de información tanto de nuestro contexto como de los medios que nos rodean. Y esto obviamente aplicará también a nuestras amistades más cercanas igualmente. Son muchos los expertos que confirman que nos convertimos en la suma de los libros que leemos y las personas que procuramos.
Y si bien la nación puede ser la palanca más difícil de gestionar, el tener presente nuestra cultura y condiciones nos puede catapultar para movernos hacia regiones o lugares en los que maximicemos nuestro florecimiento.
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Imagen de chidemicheal en Pixabay
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