Ser líder es ser la excepción.
Es honrar los compromisos cuando el común de las personas toman a la ligera lo que prometen.
Es ser proactivo en resolver los problemas cuando es más fácil evadirlos a pesar de su costo a largo plazo.
Es dar esa milla extra no solo de esfuerzo, sino de servicio, de tiempo, de verdadera conexión para entender y así solucionar mejor los problemas.
Ser líder es la excepción.
Es conservar la compostura pensando en el presente y el futuro, cuando normalmente es más fácil dejarse llevar por las emociones y no medir el impacto de palabras y acciones.
Es comprometerse con hacer de forma consistente aquello que nos fortalece más allá de la incomodidad física o mental, porque sabemos que lo bueno, lo debido, no acepta excusas.
Ser líder es la excepción.
Es hablar con pausa cuando lo más común es dejarse llevar por la prisa y el calor del momento.
Es analizar y responder de forma intencional sabiendo las consecuencias en lugar de solamente reaccionar para pedir perdón después por un acto imprudente.
Ser líder es la excepción.
Es una labor que tiene costos de tiempo y de esfuerzo.
Es una actividad que te exige tanto deseo como disciplina para desarrollarse de manera efectiva.
Por eso admiramos a los verdaderos líderes; porque no es fácil asumir los costos de ir más allá para hacer cosas mejores.
Por eso ser líder es una gran y honrosa excepción.
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