Ante cualquier problema podemos elegir nuestra forma de afrontarlo.
La opción más primaria y que no siempre nos dará los mejores resultados es ser reactivos.
Nuestras primeras reacciones no necesariamente van por la solución óptima.
Incluso, tienen poca consciencia sobre las consecuencias a largo plazo.
En su nivel más básico, nuestras reacciones están comprometidas con nuestra preservación.
En cambio la respuesta implica consciencia para analizar el problema y sus efectos de onda.
La respuesta implica la responsabilidad de saber lo que hacemos en todo momento, sin dejarnos llevar por la emoción.
La respuesta implica que estamos actuando conforme a nuestros objetivos y sabiendo hacia dónde queremos llevar nuestra realidad y la de nuestros acompañantes.
Así que, ante el próximo reto que tengamos… ¿Reaccionaremos o responderemos?
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Imagen de Markus Distelrath en Pixabay
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