¿Qué tanto te apegarás a tu plan de juego?
¿Qué tanto darás prioridad a lo importante antes que a lo urgente?
¿Qué tanto seguirás tus mejores hábitos y dejarás atrás los que no te construyen?
¿Qué tanto usarás el poder del SI o el NO para mantenerte en el rumbo que has trazado para tu vida?
Cada día y cada momento es una oportunidad para mejorarnos o para dejar de avanzar hacia los sueños que queremos. La llave del vehículo que nos acelera en la dirección correcta es la disciplina. Entre más la dejamos adueñarse de nuestros mejores hábitos, más logros alcanzamos y más descubrimos el potencial que nos queda por desarrollar. Hoy me marcó la cita de Napoleon Hill: "La clave de la riqueza es la disciplina personal".
La riqueza en todos sentidos depende de nuestras decisiones diarias. La riqueza en salud dependerá de la disciplina para movernos y alimentarnos conscientemente. La riqueza del mejor uso de nuestro tiempo dependerá de la disciplina de estar en modo proactivo en nuestra agenda en lugar del modo reactivo a merced de los demás.
La disciplina no solo es el vehículo hacia nuestros sueños y hacia nuestro mayor potencial de impacto. Es la marca de un liderazgo que demuestra capacidad de autogobierno y por lo tanto madurez para impactar a los demás de manera consistente y positiva.
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