Sabemos del poder de nuestras palabras y nuestras ideas.
Con ese gran poder viene la responsabilidad de usarlo de manera adecuada para nosotros y para los demás.
A veces nos puede sorprender la reacción de otra persona hacia nosotros.
Nos podemos sentir agraviados por sus palabras y su carácter defensivo.
Pero recordemos que la física no se equivoca. A toda acción corresponde una reacción de magnitud similar pero en sentido opuesto.
Si recibimos desdén; valdría preguntarnos si estamos sembrando eso en los demás.
Si recibimos críticas; sería adecuado cuestionarnos si solamente trasladamos juicios hacia otros en vez de buscar también aspectos a reconocer.
Si una persona se distancia de nosotros, no nos perdamos en cuestionar la postura de nuestro interlocutor.
No desaprovechemos la bella oportunidad de ir hacia aquello que tenemos control: Nosotros mismos.
Si recibo frialdad y distancia, puedo analizar si estoy dando eso a otra persona.
Entre más autocríticos seamos, podremos generar la mejora continua para conectar de manera efectiva con las personas. Buena parte del liderazgo y las mejores relaciones nacen de la consciencia de vernos al espejo y actuar de manera coherente a nuestros objetivos. Y uno de esos puntos de enfoque sin duda debe ser ¿Cómo quiero que se sienta la otra persona cada vez que se relacione conmigo?
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