¿Para quién trabajamos?

Esta pregunta no tiene que ver con el nombre de nuestra empresa o la industria en la que se ubica.

Tiene que ver con las personas que son nuestro foco de motivación y energía para superar los retos diarios. Dentro de estas personas no tienen que incluirse solamente personas en este tiempo y espacio. Pueden incluirse igualmente personas que forman parte de nuestra historia como familiares y amigos que tal vez ya no están con nosotros. Pueden incluirse mentores o figuras que para nosotros son referentes.

Cuando definimos ese PARA QUIÉN, de manera automática sentimos un mayor compromiso. Nos sentimos observador y eso nos ayuda a regular mejor nuestro comportamiento. Sentimos que hay una rendición de cuentas que cumplir. Este principio sin duda se conecta con la filosofía empresarial de incluir a nuestros grupos de interés en nuestra declaración de misión y visión. Al asumir de manera explícita un compromiso ante clientes internos, clientes externos, sociedad o proveedores, tendremos un norte que nos servirá para filtrar las decisiones que tomemos.

Y también creo que podríamos establecer en estas personas para las que trabajamos a nuestro yo del futuro, a 5, 10 o más años. El actor estadounidense Matthew McConaughey dijo en su discurso de aceptación de los premios Oscar, en el año 2014, que siempre visualizaba su modelo a seguir como su yo de 10 años adelante. Siempre veía que nunca alcanzaría a ser su héroe. Y eso lo mantiene viviendo, esforzándose. Me parece una lección muy importante. Queremos que nuestro yo del futuro volteé hacia atrás y agradezca las decisiones que tomamos hoy. Queremos que se sienta orgulloso de nosotros igual que nuestra familia porque siempre estuvimos construyendo un mejor camino.

Entre esa visión de nosotros, entre nuestra familia, nuestros seres más queridos y nuestros mentores está el mejor grupo de personas para los que vale la pena salir cada día a dar lo mejor de nosotros.

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