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Lección estoica: Impuestos diarios

Miguel Angel Cardona

Para Séneca, el pagar impuestos era algo que debía hacerse con gusto.

El decía que aquellas cosas que nos parecían desagradables eran como impuestos en diferentes ámbitos de nuestra vida.

Y recomendaba que no debíamos evitarlos o buscar ser exentos de ellos.

 

Una forma más moderna de entender esta reflexión es saber que para obtener un beneficio, debemos pagar con esfuerzo y concentración hacia un objetivo.

Si queremos un cuerpo sano y con máxima capacidad de desempeño, debemos pagar el impuesto de una rutina de activación física que combine fuerza, elasticidad y resistencia. Si no pagamos dicho impuesto de forma constante, no se podrá recibir el beneficio que buscamos.

El principio se puede aplicar en cualquier ámbito de la misma manera. Si queremos una relación de amistad o de colegas basados en la confianza, debemos pagar el impuesto de dedicar tiempo, atención plena y cumplimiento de compromisos para construir credibilidad.

 

Esta regla puede funcionar en sentido inverso con la misma efectividad.

¿Te gusta el exceso de comida y bebida no sana? Puedes asumirlo pero recibirás un impuesto necesariamente en tu salud. Este impuesto puede ir desde el malestar de unas horas por el exceso que cometiste hasta una enfermedad por una conducta sostenida en el tiempo.

¿Te gusta presumir de tus logros y hacer ver a los demás lo importante que eres? Entonces debes asumir el impuesto de quedarte progresivamente solo o de levantar celos personales y profesionales que eventualmente se vuelvan obstáculos hacia tus objetivos.

 

Con esta regla podemos ser mucho más conscientes del impacto de nuestras acciones a corto y a largo plazo. Y podemos también analizar con más claridad el camino que queremos llevar en nuestra vida para bien de nosotros y quienes nos rodean.

 

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