¿Qué tanto estamos dispuestos a escuchar cosas que nos incomodan?
¿Qué tanto estamos dispuestos a escuchar ideas que reten nuestros supuestos?
El ser líder en ningún momento debería confundirse con ser infalible.
El líder carga la responsabilidad de las decisiones y las asume de manera clara.
Pero el líder se alimenta de la retroalimentación constante de su equipo para llegar a esas mejores soluciones a cada problema.
Un líder que no puede escuchar ideas contrarias o que no pueder ser vulnerable para decir "creo que debemos cambiar de opinión" es un líder que no transmitirá confianza.
Es un líder al que le ocultarán las malas noticias que serán desastres cuando ya se quiera actuar sobre ellas.
El líder se prueba en humildad e inteligencia emocional al aceptar retos a sus ideas, al aceptar debatir y dar crédito a quien propone un camino mejor.
El líder se prueba en carácter al mantener el temple en medio de un acalorado debate.
Sabe extraer de las emociones las piezas de oro que construyen el mejor análisis y camino para atender un problema.
El líder ante todo se preguntará y cuestionará al equipo si estamos haciendo lo mejor para el sistema, lo mejor para cumplir nuestra misión, nuestros valores.
Y cuando no es así, tendrá la entereza para decir "este no es el camino adecuado, debemos ajustar". Cuesta trabajo asumir esa franqueza radical y determinante, pero es necesaria para inspirar y crear a mejores líderes.
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