En esta época de fin de año; empiezan los eventos que marcan el riesgo de la continuidad de nuestros hábitos. Las vacaciones nos alejan de la lectura. Las reuniones nos acercan a la pérdida de nuestra disciplina alimenticia. Y todas las convivencias familiares y corporativas restan a nuestra capacidad de renovación por medio del descanso. No pretendo con estas ideas decir que no debemos participar en las festividades decembrinas. Mucho menos pretendo inhibir que compartamos con los que amamos o que disfrutemos las delicias culinarias que se ponen ante nuestros ojos en estas semanas.
Pero si pretendo con esta publicación, invitarme e invitarnos a no perder de vista los básicos que nos mantienen en nuestra mejor versión. Sabemos que habrá momentos que nos alejarán del 100% de cumplimiento de nuestros hábitos. Pero está en nosotros elegir que nos mantengamos en un 95, 90 u 80% de cumplimiento. Las fiestas de fin de año no deben ser razón de renunciar al trabajo disciplinado con el que hemos construido nuestra mente y nuestro cuerpo para el presente y el futuro.
Disfrutemos, vivamos con intensidad esta época. Después de la convivencia o de una deliciosa comida navideña, busquemos el siguiente espacio para seguir con nuestra rutina de ejercicio aunque sea de menor duración. Llevemos a nuestro viaje un material para leer en físico o en dispositivos electrónicos. Mantengamos nuestros espacios de reflexión en nuestro diario al menos cada segundo día. Siempre podemos beneficiarnos de darle continuidad a los hábitos que más nos fortalecen. Si lo hacemos así, encontraremos que después de la temporada la disciplina nos habrá mantenido lo más cerca posible de nuestras metas. Y eso será una motivación para iniciar el año nuevo con la mayor energía.
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Imagen de Alterio Felines en Pixabay
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