Atreverse no tiene garantía de éxito.
Pero no hacerlo es absoluta garantía de fracaso.
No habremos iniciado ni siquiera el camino para saber si podíamos pasar las pruebas en la ruta.
Y no habremos probado si nuestra idea o nuestra promesa de valor podía ser mejor que la competencia ya que dejamos que el miedo nos paralizara.
Atreverse no tiene garantía de cumplir nuestras metas totalmente.
Pero atreverse nos brinda el regalo del aprendizaje. Y el aprendizaje nos ayudará a que en el siguiente momento de la verdad seamos más efectivos, más eficientes.
Y también nos brinda el regalo de una impresión positiva en otros al ser proactivos, al mostrar disposición a hacer las cosas.
Atreverse puede doler en muchos sentidos.
Duele el rechazo de un cliente tanto como el reproceso para mejorar un producto con fallos.
Pero los dolores que generan cambios son un regalo invaluable.
Cada golpe de realidad templa nuestro carácter, nuestras capacidades y nuestro conocimiento.
Nos hace más resilientes para volver al mercado con más confianza y seguridad.
Por eso atreverse es una marca de líderes, es un hábito que los acompaña de por vida.
Atreverse abrirá puertas y creará caminos por los que andaremos con más firmeza.
Atreverse además inspirará a nuestro equipo a creer en nuestra visión y en nuestra habilidad de llevarlos a un mejor destino, para hacer de ellos al mismo tiempo líderes por derecho propio.
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