Siempre estaremos enfrentandos a muchas actividades por hacer, sin importar si se trata de tareas personales o profesionales. La cantidad nos puede abrumar y paralizar.
Si queremos avanzar con claridad; podemos hacernos una pregunta muy sencilla para filtrar entre las opciones de actividades que ocupen nuestra atención: ¿Esta actividad o tarea sirve a mi objetivo principal? Cada día debemos tener en nuestra mente en qué estamos generando impacto con nuestras acciones.
Si una acción por hacer contribuye a mi salud y esta es un área clave de foco en mi vida; sin duda puedo dedicarle tiempo y recursos. Si una acción contribuye a un mejor dominio de un tema que me llevará a crecer profesionalmente; entonces por ahí debo canalizar mis esfuerzos.
Todo lo que no sirva a nuestros objetivos merece una reflexión seria antes de comprometernos a hacerlo. Recordemos que nuestros objetivos también definen en muchos sentidos nuestra identidad. Lo que somos habla de nuestras prioridades reales y de como estamos invirtiendo para nuestro presente y futuro. Por eso ejercicios claves como definir nuestros valores centrales o aquellas áreas de excelencia para nuestra carrera tienen tanta importancia.
Por lo tanto; tengamos siempre en nuestra agenda o en nuestro escritorio de computadora siempre esta pregunta visible para decidir nuestra siguiente acción, siempre enfocándonos en lo que más nos impulse: ¿Lo que voy a hacer contribuye al avance y logro de mis objetivos?
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