El coach John Wooden decía una frase en mi opinión muy poderosa: "La intensidad te fortalece, la emoción te debilita".
La emoción puede ser nuestra enemiga si nos lleva a violar nuestros criterios y planes.
La emoción puede ser nuestra principal barrera al éxito si nos lleva a lastimar relaciones y nuestra reputación por falta de autocontrol.
La emoción puede marcar nuestra vida con acciones y palabras de las que nos arrepintamos porque apagamos en un momento crítico nuestra capacidad de pensar en 2 horizontes.
La emoción en exceso despierta también nuestras respuestas instintivas de pelear o huir. Cuando estos dos elementos están en nuestra cabina de mando, estamos yendo en una dirección riesgosa. La razón que nos permite analizar y priorizar siempre debe ser piloto de nuestra vida.
Cuando mantenemos a la razón al centro, podemos asegurar consistencia en nuestro desempeño. Esto nos dará una mejor capacidad de decisión que evitará errores innecesarios. Y a la larga esto construirá nuestra reputación y nuestro liderazgo de una forma más positiva.
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