Hay un elemento en común a aquellos elementos que distinguen la gestión y resultados del líder. Detrás de la toma de decisiones, del lanzamiento de una visión, de la alineación de los miembros del equipo o de una negociación exitosa hay un hilo conductor: Siempre hay conversaciones.
Hace muchos años, un consultor colombiano dijo en un curso algo que se me quedó muy grabado: "Las empresas somos redes de conversaciones". No puedo estar más de acuerdo. Al conversar intercambiamos conocimiento, opiniones y perspectivas que nos ayudan a entender mejor la realidad.
Si no conversáramos, nos perderíamos la oportunidad de ser más empáticos y enriquecer nuestra personalidad con cada intercambio. Conversar es tan poderoso que nos permite entre otras cosas:
Generar un espacio oportuno de desahogo para contribuir al bienestar de un miembro del equipo.
Ampliar las opciones que veíamos sobre un problema para encontrar caminos más óptimos que no habíamos considerado antes.
Crear la vital confianza que debe darse entre miembros de un equipo para generar sinergia al encontrar valores y objetivos en común.
Inspirar y motivar a un miembro del equipo al hacerle ver el potencial y los logros que él o ella no están viendo por si mismos.
Corregir y reencausar de forma respetuosa para asegurar el crecimiento de un colaborador de manera contundente.
Analizar una situación de manera más integral lo que despierta nuestro potencial creativo con las innovaciones que podamos derivar de ello.
Por estas razones, vale la pena valorar y buscar siempre conversaciones significativas dentro y fuera de la organización. Vale la pena hacer de la conversación nuestra herramienta estratégica para movilizar mentes, manos y corazones.
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