Esta semana tuve una charla sobre hábitos de estudio en una de nuestras escuelas aliadas. Platiqué con padres de familia de secundaria sobre la capacidad de enfoque como un superpoder, no solo para los estudios, sino para la vida.
Reflexionaba que nuestros éxitos llegarán hasta el límite de nuestra capacidad de concentración. Como el láser, necesitamos volcar nuestra mente y nuestros sentidos en nuestras tareas más significativas si queremos conquistar nuestros objetivos.
El elegir lo más importante y dedicarle bloques de tiempo ininterrumpidos genera una inercia positiva. Y el crear este hábito todos los días, todas las semanas, fortalece el músculo de nuestro enfoque mental y anímico. Cuando leí en Stolen Focus, de Johann Hari, que una investigación sobre los estudiantes en Estados Unidos reveló que se pueden concentrar en una actividad por 65 segundos en promedio, me sentí sacudido.
Las distracciones y el exceso de estímulos pueden ser realmente enemigos de nuestro crecimiento a largo plazo. Las referencias que hace el autor sobre personas en la oficina no son muy lejanas. En la obra se comenta que en promedio podemos concentrarnos de forma ininterrumpida en el trabajo por 3 minutos. Al leer estas cifras, debemos reflexionar sobre como abordamos nuestras actividades y como les ayudamos a nuestros hijos.
Si queremos lograr más, necesitamos enfocarnos más. Y ese hábito puede ser una gran diferencia en la vida estudiantil y en la profesional.
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