En prospectiva hay un modelo que se usa para analizar compañías o productos.
Se llama el árbol de competencias de Mac Giget.
Es una representación para entender nuestras principales ventajas basadas en nuestro conocimiento (raíces), nuestra capacidad de ejecución (tronco) y como estos dos elementos se impactan a nuestros múltiples clientes o productos (ramas y frutos).
Recordé esta herramienta porque observé un gran árbol cerca de casa con las raíces visibles y eso me llevó a pensar sobre como invertimos en lo que nos fortalece. Invertir en nuestras raíces implica alimentar nuestro árbol, nuestro sistema de negocios, con conocimientos actualizados. Implica no solamente entender mejor nuestros procesos, sino estar al día con comportamientos de los clientes y la competencia. Implica igualmente entender nuestro contexto y saber qué condiciones nos están favoreciendo o no con base a decisiones de autoridades, así como el suelo puede ser más o menos fértil en determinado lugar para una planta.
En función de este mantenimiento constante a nuestras raíces, sabemos cuáles pueden ser nuestras prioridades. De igual manera, si vemos que en la parte superior de nuestro árbol, el tronco o las ramas presentan signos de debilidad, podemos navegar al fondo de nuestro sistema para encontrar la falla. El punto clave de esta representación es siempre tener consciencia de evaluar nuestras causas raíces en los fundamentos del negocio. Resolver solamente desde la superficialidad de las ramas o el tronco del árbol será una medida de corto plazo. Si no vamos al fondo, podríamos enfermar a todo nuestro sistema.
Por eso, cuidemos y monitoreemos siempre las raíces de nuestra vida, de nuestra empresa y de nuestros hábitos para que todos los sistemas que emanan de ahí estén a su máxima capacidad por más tiempo.
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