Hoy por la noche leía por unos minutos un libro sobre el General Dwight Eisenhower.
Además de ser presidente de Estados Unidos, Eisenhower será siempre recordado por haber liderado el desembarco aliado en Normandía; la acción militar más importante para cambiar el rumbo de la Segunda Guerra Mundial. A ese evento se le conoció como Operación Overlord, aunque también los libros se refieren a él como Día D.
Es precisamente este nombre el que me lleva a esta publicación.
El Día D en Normandía implicó grandes decisiones, grandes riesgos, grandes esfuerzos de coordinación.
Implicó meses de planeación y el compromiso decidido para lograr el resultado final.
Creo que a lo largo de la historia han existido varios Días D que han sido verdaderos puntos de inflexión para empresas o países.
Podemos citar, cerca a la Segunda Guerra Mundial, cuando el entonces presidente Kennedy en Estados Unidos tuvo que liderar las negociaciones para prevenir un nuevo conflicto armado con la Crisis de Misiles en Cuba. Kennedy tuvo que elegir cuándo apoyarse en su hermano Robert, en su momento fiscal general, cuándo en su secretario de estado o cuándo en su gabinete. Tuvo que ser decisivo y claro para evitar que una ambigüedad llevara a su ejército a una acción irreversible y con un efecto en cadena.
En el mundo empresarial, puedo recordar cuando Herb Kelleher, CEO de Southwest Airlines y uno de sus fundadores decide ir adelante con el proyecto de una nueva aerolínea en Texas en medio de una intensa competencia y limitaciones regulatorias. Kelleher incluso tuvo que implementar con su equipo nuevas medidas para asegurar la productividad de sus pocos aviones y asegurar su sobrevivencia. El resto es historia más de 50 años después con su empresa como el modelo de éxito de las aerolíneas de bajo costo, y probablemente la aerolínea más rentable en toda la historia de la aviación comercial.
Deportistas, líderes sociales, estudiantes y todos hemos enfrentado Días D con incertidumbre, pero hemos dado un paso al frente con confianza y valor. En esos momentos, necesitamos hacer acopio de todo nuestro conocimiento, de toda nuestra experiencia y de nuestro carácter porque de ahí nacen los grandes logros de nuestra vida. El Día D es el día de una gran prueba, de un momento límite para probar que estamos listos para crecer. Debemos buscar activamente esos Días D y prepararnos para enfrentarlos. Entre más avancemos a través de ellos, encontraremos más satisfacción y un mayor impacto perdurable de nuestras decisiones.
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Imagen de jacqueline macou en Pixabay
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